
En algún lugar cuyo nombre quisiera acordarme, leí estas cuatro verdades sobre el ser humano. No eran consejos ni frases bonitas; eran verdades tan claras como incómodas. En pocas líneas, describían nuestras contradicciones más grandes: la nostalgia por lo que aún no se ha perdido, el desgaste por lo que creemos necesitar, la ansiedad por un mañana que nunca llega, y el olvido de que la vida tiene fin. Estas son las 4 verdades que describen como pocas el alma humana, veamos:
1. El ser humano, cuando es niño, tiene prisas en crecer, y cuando ya es adulto, en algún momento de su vida, suspira por ser niño nuevamente. Desde que tenemos uso de razón, soñamos con crecer: con tomar nuestras propias decisiones, con tener libertad. Pero cuando finalmente llegamos a la adultez, nos invade una nostalgia inexplicable por aquella infancia donde todo era más simple, más inocente y más feliz. Esta verdad nos recuerda que muchas veces valoramos lo que tenemos solo cuando ya lo hemos perdido.
2. El ser humano, sacrifica la salud por ganar dinero, y cuando ya la has perdido quisieras darlo todo para recuperarla. Trabajamos largas horas, nos estresamos, dormimos poco y comemos mal, todo por alcanzar una mejor posición económica o una vida más cómoda. Pero al final, cuando el cuerpo comienza a cobrar factura, descubrimos que ningún billete puede comprar un corazón sano, una mente tranquila o un buen descanso. Irónicamente, lo que ignoramos para tenerlo todo, termina siendo lo más valioso que teníamos.
3. El ser humano, descuida el presente planificando el futuro, por lo que no vive ni el presente ni el futuro tampoco. Vivimos corriendo tras el mañana: “cuando tenga más dinero”, “cuando termine esto”, “cuando logre aquello…”. Pero al hacerlo, ignoramos el ahora, ese momento único que jamás volverá. Y al no disfrutar el presente ni prepararnos realmente para el futuro, terminamos vacíos. Esta verdad nos confronta: ¿y si lo único que tenemos en realidad es este instante?
4. El ser humano, vive como si nunca vas a morir, y muere como si nunca ha vivido. Posponemos abrazos, silenciamos emociones, dejamos para después lo que queremos hacer ahora. Vivimos como si fuéramos eternos, como si tuviéramos tiempo ilimitado. Pero al final, cuando la muerte llega —como siempre llega—, muchos sienten que apenas existieron. Esta frase nos sacude: ¿estamos viviendo… o solo sobreviviendo?
Conclusión. Estas cuatro verdades no necesitan explicación, solo valentía para aceptarlas. Son un espejo de lo que somos y una oportunidad de vivir con más intención, antes de que el tiempo nos lo arrebate todo.
0 Comentarios